¿¿¿¿Miedo AL MIEDO???¡¡¡. ¿Paradójico verdad?. Pues habitualmente es lo que produce un bucle del que es ciertamente complicado salir.
Después de un primer ataque de ansiedad o angustia, la persona empieza a temer sufrir otro ataque mas y por tanto cada vez limita en mayor medida los ambientes y contextos a los que se permite ir. Como la vivencia además, no es de estar teniendo miedo o terror, sino de estar sufriendo un ataque (recuerden que la ansiedad y el miedo se expresan en el cuerpo, en nuestra forma de pensar, y en nuestras conductas), que parece absolutamente aleatorio y sin relación con ninguna circunstancia concreta, la persona realiza un proceso que dadas sus circunstancias, es lógico. Asocia el malestar, el ataque, al contexto físico en el que se produce. Si está en un centro comercial, decide no volver a ir, por miedo a sufrir otro ataque (en definitiva, por miedo a volver a sentir miedo). Si se produce en el coche, deja de conducir. Si se produce en la calle, tratará de salir a la calle lo menos posible. Limitará cada vez mas su vida, hasta llegar, en algunos casos, a recluirse en su casa. Si esto persiste durante algún tiempo, los resultados en la vida de la persona serán catastróficos, y posiblemente se desarrollará un cuadro depresivo secundario a el de ansiedad.
¿Soluciones?. Creo que lo fundamental, lo esencial, es empezar por hablar del miedo. Entonces habrá que preguntarse a que se tiene miedo, y en último término se terminará hablando de lo que sucede y ha sucedido, en la vida de la persona cuando comenzaron los “ataques”. Habitualmente, este tipo de problemas suele tener una mejor evolución, cuanto antes acude a consulta, y cuanto mas se implica la persona en su propia mejoría, cosa que en muchas ocasiones suele ser parte del trabajo del profesional encargado de hacer la terapia. En algunos casos las soluciones farmacológicas, son especialmente desaconsejables, puesto que tienden a cronificar el problema, además de no llegar nunca a estar bajo la comprensión de los motivos que originaron los temores. En otros casos, y especialmente en aquellos donde la ansiedad está impidiendo dormir y/o alimentarse correctamente, puede ser necesario instaurar un tratamiento farmacológico para evitar que la persona enferme físicamente y pueda enfrentar una recuperación con ciertas garantías. En cualquier caso, por lo general, si la persona colabora, se obtendrá una gran mejoría y bienestar en un plazo mas que razonable (en nuestra experiencia suelen haber mejorías muy significativas en las primeras cinco o seis sesiones).
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